Las mujeres, aún hoy, siguen tratando de elevar su autoestima después de muchas generaciones de sometimiento y desvalorización, y de haber sido consideradas a través de muchos siglos por gran parte de las culturas como seres inferiores sin ninguno de los derechos del hombre.
Esta baja autoestima se advierte sobre todo en mujeres jóvenes, que se dejan atrapar por los estereotipos que la sociedad impone y se comportan como esta sociedad les dicta que han de ser las mujeres perfectas, es decir, tener un cuerpo anoréxico, los pechos muy grandes, la piel tersa, ninguna arruga o marca, una tez ni muy blanca ni demasiado negra, etc. Por no decir los papeles que han de desempeñar, han de ser bellas y sumisas para el hombre, han de ser capaces de seducirlos y han de darlo todo al hombre sexualmente hablando para no caer en la etiqueta de frígida o sosa.
¿ De qué sirve un ministerio de la igualdad de género, y las manifestaciones por los mismos derechos que los hombres ?. A la hora de la verdad, las mujeres siguen cobrando un menor salario por la misma tarea hecha por un hombre. En las grandes empresas ascienden una de cada cien hombres con la misma capacidad, y se sigue exigiendo el requisito fundamental que no exigen al hombre; el atractivo físico.
Estas dificultades van acompañadas también de otras como el sometimiento de la moda, la publicidad, el cine, los medios de comunicación, etc.
Los medios de comunicación inducen a las mujeres a ser tontas y objetos de los hombres, no hay ninguna diferencia del momento actual y los siglos pasados, antes era la religión y la política, ahora son los medios de difusión los encargados de decirnos cómo debemos ser, actuar, pensar, vestirnos, etc.
La manera más eficaz de hacer callar a las mujeres para que no reivindiquen sus derechos, es drogarlas con una falsa imagen de perfección, que desde luego funciona porque la mujer aún está intentando encontrar su autoestima, y su independencia del hombre, y esto, a los medios les interesa taparlo y que no se consiga, ya sabemos todos que lo que más beneficio económico e ideológico otorga es la baja autoestima. Por un lado nos ofrece una visión solidaria con las causas de las mujeres, y por otro, nos bombardean con imágenes de mujeres perfectas sumisas cada minuto del día. ¿ A qué clase de hipocresía responde esto ?.
En televisión no parecen importar las miles de mujeres científicas, deportistas, escritoras, filósofas, etc, que existen en el mundo, sólo importan las actrices y modelos que aparecen desnudas o semidesnudas, fabricadas a la carta, ya que detrás de esas mujeres de perfecta belleza se ocultan retoques fotográficos y montajes de todo tipo. ¿ Qué visión es la que se ofrece así ?, muy fácil; las mujeres científicas, deportistas, escritoras, filósofas, etc, no existen ni tienen éxito porque su labor no sirve para nada, lo que sirve es que las jóvenes se identifiquen con las modelos y sean iguales que ellas, éstas son mujeres que triunfan en el mundo y que todos los hombres las alaban porque son perfectas.
La idea es que las mujeres se preocupen de su belleza, para ponerla a disposición del hombre, y que no cultiven el intelecto, no sea que piensen demasiado y les roben sus puestos dominantes en la sociedad y luchen por su igualdad. Para esto sirven los medios, para drogarnos con mentiras y llevarnos al terreno que deseen llevarnos. Queda muy bien y muy bonitos los discursos a favor de las mujeres, los hombres se quedan convencidos de lo que está cambiando el mundo, y las mujeres que no piensan demasiado, por incapacidad o falta de madurez, también se creen los discursos. Tanto es así, que las pocas que reivindican algo y dicen no estar de acuerdo con esta manipulación, son tachadas de feministas egoístas que no quieren la igualdad sino destruir al hombre.
Las pocas mujeres que luchan por sus derechos, cosa que he comprobado por mí misma, son tachadas de feministas, con lo peyorativo del término, es decir, son insultadas, y los argumentos son que éstas son mujeres que no reivindican la igualdad si no la esclavitud del hombre, menospreciarlo y estar por encima de él, son tachadas de lesbianas o bolleras, de ser mujeres feas y gordas que no encuentran hombres porque no valen para ello ni gustan, en definitiva, humillarlas y condenar su lucha justa. ¿ No se dan cuenta de lo ridículos que resultan y que dejan constancia clara de su miedo a las mujeres ?. Si tuvieran un mínimo de orgullo propio no dirían esas barbaridades porque es evidenciar su miedo abiertamente. Pero a un ser misógino no se le puede pedir que piense racional y objetivamente.
Los medios de comunicación, y con ellos la publicidad, tienen una enorme responsabilidad en la configuración de una visión estereotipada de la mujer, de una imagen que no es coherente con la realidad de muchas sociedades en las que este colectivo alcanza ya importantes cotas de igualdad. Una imagen que atribuye roles que mantienen al hombre como ser creador, imaginativo, con poder de decisión y a la mujer como simple objeto de consumo.
La exigencia de no transmisión de estereotipos de la mujer está recogida en todas las Conferencias Mundiales sobre las Mujeres y asumida por la organización de Naciones Unidas y por la Unión Europea. Todos instan a los países miembros a colaborar con los medios de comunicación para equilibrar la imagen de hombres y mujeres en sus contenidos, equilibrio que se reconoce como factor para erradicar la desigualdad y frenar la violencia de género. No en vano el origen de este tipo de violencia radica en la creencia de que la mujer debe estar subordinada al hombre.
La negación de la nueva realidad social de la mujer y la obsesión de los publicistas por ofrecer una imagen estereotipada obedecen a una circunstancia que no ha cambiado en las últimas décadas y convierte a la mujer en el blanco de las estrategias de marketing: la mujer es la conservadora de valores y el principal agente de consumo, dada su doble condición de compradora de artículos para su uso y para uso de otros.
El anacronismo de la imagen de la mujer en el discurso publicitario se debe a la defensa de unos modelos de organización y relación social, que son los que mejor garantizan un nivel de consumo satisfactorio para los anunciantes, quienes no cesarán hasta que esta situación desaparezca. Así, la única solución para adecuar la imagen de la mujer en la publicidad a su papel en la sociedad radica en un profundo cambio de valores y actitudes sociales, alentados y potenciados mediante una regulación que incluya leyes normativas y no buenas intenciones.
Esther Gómez Solaz
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