¿Quién gobierna España?

Trayectoria del PSOE

El PSOE fue fundado por Pablo Iglesias en 1879, aunque no tuvo representación parlamentaria hasta 1910, y en coalición con los republicanos.

Evolucionó hasta aparecer en 1931 (proclamación de la II República) como principal partido de la izquierda.

Formó parte de los primeros gobiernos republicanos (1931-33), y del Frente Popular que ganó las elecciones de 1936 y gobernó la zona republicana durante la guerra civil (1936-39).

Durante la II República y la guerra se vio roto por fracturas internas (tendencias más revolucionarias y más moderadas) y, al acabar el conflicto, apenas conservó ningún tipo de organización interior de España.

A partir de los años 50 se vio reducido a una organización radicada en Francia y controlada por militantes que habían ocupado puestos intermedios durante la República y la guerra.

Sólo durante los últimos años del franquismo, cuando la oposición al régimen se veía dominada por PCE, recuperó el socialismo alguna actividad interior.

En el Congreso de Suresnes de 1974, la vieja dirección republicana fue sustituida por dirigentes del interior encabezados por Felipe González.

A la muerte de Franco en 1975, el PSOE se vio ante la doble tarea, llevada a cabo con éxito, de absorber las diferentes organizaciones socialistas que habían proliferado un poco por todas partes, y de contrarrestar la hegemonía del PCE en los movimientos sociales de oposición al franquismo. Pero esto no le permitió ganarle a UCD las segundas elecciones generales (marzo de 1979).

Estalló la tensión entre radicales y moderados y, en el congreso de mayo del mismo año, Felipe González dimitió al no aprobarse la renuncia al marxismo, para devolver triunfalmente en el congreso extraordinario de otoño del mismo año.

Las consecuencias de aquel congreso fueron grandes: integración o marginación de la oposición interna, desplazamiento de los radicales a una posición marginal y reconstrucción del partido como una organización disciplinada y centralizada.

Como estrategia electoral, inició una oposición frontal a los débiles gobiernos de UCD, incluyendo los ataques constantes a Suárez y la manipulación de los conflictos internos del partido gobernante.

El objetivo:
Arrebatarle a UCD el electorado de centro y centro-izquierda. La UCD se colapsa en parte por la presión del PSOE y sobre todo por los conflictos internos y, en 1982, el PSOE obtiene una mayoría absoluta de 202 diputados sobre 350.

Desde su llegada al gobierno, el PSOE se configuró rápidamente como un partido clientelista (ocupación de los cargos directivos y medios de la administración con militantes) y como una máquina electoral al servicio de Felipe González.

Se mantuvo en el gobierno a lo largo de cuatro legislaturas consecutivas (hasta el año 1996) mediante los siguientes ingredientes: una actuación pragmática y atenta a las opiniones del electorado, la combinación de una imagen centrista (Felipe González) y de un discurso populista pseudoradical (Alfonso Guerra), destinados a diferentes segmentos del electorado, y la condición de único partido de implantación estatal, dadas las dificultades del PP para abrirse camino a Cataluña y el País Vasco, con una derecha nacionalista consolidada.

La lenta erosión en el apoyo electoral al PSOE fue acelerándose en buena medida por los escándalos de corrupción, de los que ya nadie se acuerda.

El goteo inicial de casos acabó convirtiéndose en alud, convenientemente instrumentalizado por la oposición y sus medios afines.

Las elecciones de 1993 aún las ganó el PSOE, gracias a la estrategia de minimizar la presencia del partido en la campaña y maximizar, en cambio, la de su líder.

Pero con episodios como la entrada y salida del juez Garzón en política, o la escandalosa fuga de Roldán, la llamada a un «cambio del cambio» que debería protagonizar el mismo Felipe González perdió toda credibilidad.

El PSOE perdió las elecciones de 1996 y se dio cuenta de que la estrategia de la oposición y de determinados medios de asociar corrupción con “felipismo” había triunfado (el PSOE se lo había puesto francamente fácil) y finalmente Felipe González se retiró, forzado por las circunstancias tan negativas de la corrupción.

La tarea de encontrar un sustituto a Felipe no fue fácil: los políticos consolidados durante la etapa felipista se resistían a perder su poder interno, y las luchas intestinas fueron impedir durante un tiempo (hasta la designación de Zapatero) abordar la difícil tarea de articular una alternativa programática creíble y suficientemente diferenciada al PP.

Zapatero intentó acercar al PSOE al gobierno mediante una estrategia de estatalización de su figura y del mismo partido (imagen de no crispación y constante oferta de pactos al gobierno).

Como resultado de las elecciones del 14-M de 2004, Zapatero pudo encabezar un gobierno minoritario con suficiente estabilidad, gracias a la imposibilidad política de una coalición contraria y los apoyos puntuales de IU y ERC, facilitados por la composición del gobierno catalán.

El PSOE ganó nuevamente las elecciones generales de marzo de 2008, con el 43% de los votos y 169 escaños, cinco más que en la anterior legislatura.

La gobernabilidad, sin embargo, se presenta bastante más complicada, en buena medida por las pérdidas electorales de IU y ERC.

En la actualidad ...

el partido socialista no pasa por sus mejores momentos tampoco puesto que la crisis económica mundial ha afectado como es lógico a España, y esto se traduce en una crisis política y de decepción de los ciudadanos que no ven cumplidos sus promesas electorales.


Según Antonio Gutiérrez, asesor de comunicación, los errores que ha cometido el partido socialista son los siguientes:

1. La improvisación.
2. La precipitación.
3. La confusión.
4. La imprecisión.
5. La descoordinación.

La improvisación


En cuanto a la primera, es cierto que algunos políticos tienen facilidad de palabra, gran empatía y dotes naturales para la comunicación. Pero, a veces, la importancia de los temas y la responsabilidad pública exige seguir un guión antes que dejarse llevar por la intuición.
Por ejemplo, la medida anunciada, matizada, rectificada y finalmente ampliada de la ayuda económica de 420 euros a los parados que han dejado de cobrar el subsidio es un ejemplo caótico de comunicación que llevó al mismo ministro de Trabajo a reconocer públicamente sus improvisaciones.
Para hacer una buena política y tener un buen gobierno se ha de empezar por tener una información de calidad sobre los asuntos y servicios públicos.
Leer lo que está escrito en el guión de los políticos no garantiza el éxito pero al menos, garantiza que es información contrastada y estudiada porque el guión lo ha elaborado un equipo de profesionales que se dedican a eso. Si el político empieza a improvisar cosas que no están en el guión puede cometer fallos de cálculo y hacerse notar ante la opinión pública que está hablando sobre un tema del que no tiene información ninguna, por lo tanto, lo que hará será el ridículo, cosa que aprovechará el adversario para echar por tierra, no sólo ese punto del mitin, sino todo el argumento del político.

La precipitación

La precipitación es la consecuencia desastrosa de una mala planificación, o más bien, de una nula planificación.
A veces se toman decisiones muy a la ligera porque hay que informar con mucha rapidez algún hecho. La consecuencia de esta aceleración es la de no contrastar las informaciones ni tampoco medir cuáles pueden ser las consecuencias de cara a la opinión pública.
También sucede que a veces las prisas se llevan por delante protocolos de actuación, leyes y normas que son doblemente exigibles a los responsables políticos.
Lanzar una serie de cosas a la opinión pública como son, medidas a tomar, nuevas leyes a aprobar, ofensas sin justificación al partido opositor, juicios subjetivos, etc, hace que la población primero se indigne y pierda la paciencia, y más tarde hace perder la credibilidad. Para lanzar un globus sonda hay que estudiar antes la adecuación al momento y lugar, hay que estudiar la idoneidad de su lanzamiento, si se lanza sin más, sin razonar, lo único que puede causar es un gran descontento y una opinión muy negativa hacia el partido. Por suerte, se juega con la mala memoria del ciudadano que de una vez para otra ya no recuerda los disgustos que le dieron.

La confusión

Las palabras cuando son ambiguas o confusas pueden tener graves consecuencias si llegan de un político, puesto que sus palabras son el principio de un iceberg de especulaciones que cada medio puede interpretar a su manera malintencionada o por puro desconocimiento.
La confusión trae consigo descontento, consecuencias económicas, y también políticas, puesto que puede acabar con el propio partido.
Una promesa política no es lo mismo que una información pública, y los ciudadanos llegan a confundir los deseos con las realidades por culpa de sus políticos. Tienen derecho a que no se les tome el pelo y a que no se les engañe de esa forma, porque si confunden deseo con realidad no es porque la población viva en las nubes, si no porque sus líderes políticos les han prometido cosas que no van a cumplir, y saben muy bien que no cumplirán.

La imprecisión

La claridad en la escritura refleja la claridad del pensamiento. Hay que decir las cosas lo más claras posible a los ciudadanos puesto que la jerga popular es la que mejor van a entender, no se trata de ser banales y decir las cosas con un lenguaje callejero, se trata de saber hacerse entender, de saber llegar al ciudadano.
Hay que hablar con más serenidad, claridad, y sobre todo con más sinceridad y honestidad, al ciudadano se le puede engañar una y otra vez, pero al final, aprende, y cuando se da cuenta de que le engañan, ya no creerá nada más de lo que le cuente su líder de partido, o su partido entero.
Hay que saber pedir perdón a tiempo cuando se cometen errores, y hay que decir siempre los datos como son, sin disfrazarlos según convenga.

La descoordinación

Las decisiones políticas en la vida pública se materializan en personas que atienden a los ciudadanos desde sus puestos de trabajo en las administraciones públicas y servicios, si hay una descoordinación en cuanto a ordenanzas y nuevas leyes de aplicación, estas personas no pueden hacer bien su trabajo, no se puede lanzar una medida y cuando el ciudadano acude a las administraciones para llevarla a cabo, encontrarse con mil trabas que no se han especificado con antelación, hace perder mucho tiempo a los trabajadores y a los propios ciudadanos, que se ven confundidos, engañados, y con un malhumor en crescendo.
Fuentes: MARTÍNEZ Sospedra (1996): Introducción a los Partidos Políticos, Barcelona, Ariel.

ANTONIO GUTIÉRREZ-RUBÍ, asesor de comunicación -- EL PAÍS - Opinión - 10-09-2009.


Esther Gómez Solaz

1 comentario:

  1. Comento esto antes de leer el post, pero es que con el cambio de diseño se ha perdido mucho en legibilidad. :)

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