Durante mucho tiempo se nos ha contado que en los regímenes soviéticos el precio que había que pagar por la igualdad era una restricción de la libertad que entre otras cosas obligaba a vivir en una especie de limbo en donde estaba restringida la libertad de expresión.
Como también sabemos que en los países capitalistas estamos de hecho y de derecho condenados a un limbo informativo consistente en una actualidad insustancial, compuesta para una población de la que se espera mantenga atrofiada su capacidad de discernimiento, limbo que alterna con emisiones de actualidad manipuladas o falsas. Y esta condena no es un precio que pagamos por una sociedad justa que debe, por ejemplo, defenderse de una agresión externa, por ejemplo. Por el contrario, esta condena es un precio que pagamos para que nos sigan explotando diariamente.
En palabras de Carlos Fernández Liria: “Es hora ya de que el discurso de izquierdas internacional despierte de uno de los sofismas más arraigados que fraguó el siglo XX: el sofisma que identificó libertad de expresión y prensa privada. Por el contrario, la libertad de expresión y la prensa privada son incompatibles”.La cita procede del texto “Periodismo: Vergüenza y Crimen. La corrupción del espacio público”, en donde Liria analiza en papel en efecto vergonzante y criminal desempeñado por los medios de divulgación masiva durante el golpe de Estado en Venezuela.
Pero ¿ acaso la prensa pública respalda una libertad de expresión ?. Para nada, la prensa privada y la prensa pública responden a los mismos criterios económicos capitalistas y además, políticos. Por desgracia la política ya no protege a los ciudadanos sino a sí mismos, los políticos son personas ávidas de poder, egocéntricas y ambiciosas que han olvidado el carácter público de su misión como políticos, todos ellos buscan simplemente enriquecerse a costa de sus ciudadanos.
Esta ambición de dinero desde luego, se contrapone con la libertad de expresión en los medios de comunicación, que responden a criterios de audiencia y por tanto económicos, y que entre sus accionistas más importantes se encuentran los políticos, o amigos afines a éstos.
No existe la pluralidad en España porque todo está interrelacionado, es una telaraña de colegueo y corrupción que empañan la visión real del mundo, los medios sólo muestran lo que les interesa que veamos, y manipulan lo que debemos pensar en cada momento, los medios están al servicio de los políticos a cambio de favores, y los políticos están al servicio de sus propios intereses privados, no les importa en absoluto la situación de los ciudadanos, sólo les importa su voto, con el fin de llegar o mantenerse en el poder y a partir de ahi legitimar todo aquello que les beneficia directamente.
La única solución posible son los medios de comunicación alternativos como internet, donde los pensadores críticos son en este sentido, una vía posible más, una especie de medios de comunicación ambulantes.
La mayoría está al servicio de las grandes corporaciones, pero existen algunos y algunas que no están comprometidos con los accionistas de Prisa o de Vocento. Por el hecho de que el trabajo que realiza el intelectual está directamente relacionado con la construcción de los imaginarios, y por el hecho de disponer de un excedente de tiempo para la reflexión, encuentra mayores facilidades que otros ciudadanos para difundir su pensamiento.
En el caso de los pensadores comprometidos con las grandes corporaciones, ese pensamiento no es más que un apéndice de la versión de la actualidad emitida por ellas.
Si se le preguntara a Noam Chomsky o a cualquier otro intelectual crítico: ¿Comunicar para qué?, probablemente respondería: comunicar para desmentir e impugnar una versión amañada, distorsionada y peligrosa de la actualidad.
Esther Gómez Solaz
Esther Gómez Solaz
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